El monólogo suele ser de una sinceridad terminante. No hay interlocutor con quien medirse. El diálogo suele ser de una cómplice sinceridad: en el mejor de los casos es tu palabra junto a la mia. Pero más allá del diálogo aparece ya el espectador y el testigo. La sinceridad se ha hecho imposible. Más allá del diálogo empieza la representación. Rafael Argullol

sábado, 8 de mayo de 2010

CARDIO

SIN PALABRAS

GENIAL
EL ESCENARIO

EL ESPECTACULO COMIENZA

ANTES DE COMENZAR

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