El monólogo suele ser de una sinceridad terminante. No hay interlocutor con quien medirse. El diálogo suele ser de una cómplice sinceridad: en el mejor de los casos es tu palabra junto a la mia. Pero más allá del diálogo aparece ya el espectador y el testigo. La sinceridad se ha hecho imposible. Más allá del diálogo empieza la representación. Rafael Argullol

miércoles, 5 de noviembre de 2008

¿Qué hago?



Tampoco es la palabra la que cura,
es su ausencia,
que sin embargo no es carencia,
es la potencialidad absoluta
de su silencio..."
Fabio Alberto Ramirez T. MD

Suelen llegar cartas y preguntas todos los días que traen rezagos de tiempo lejanos y nostalgías caducas. Suelen venir cargadas de inquietudes, quejas y desasiegos. Suelen venir de la manera mas inesperada y suelen llegar en los momentos más inoportunos. Y como en las emisoras de pueblo suelen venir cargadas de vacíos, de encuentros y desencuentros, todas tienen algo en común, quieren respuestas, recetas inmediatas y efectivas para que los saque del marasmo en el que se encuentran.

Como la condición del ser humano es ser errantes y esquivos, por tanto no aplican aqui las fórmulas sino que a cada uno le corresponde un aparte importante consigo mismo y a cada uno le implica una distinción personal. Ello multiplica exponencialmente las variables y las alternativas que cada uno podría emplear en asumir su situación y por ende enfrentarla. Cada tema es puesto en boca de distintas personalidades las cuales hacen sus aportes científicos sociales al tema. En un país como este, cualquiera que hable mierda sobre algo, adquiere ipso facto esa categoría y más si está en un antro del saber o le han publicado algo de lo mismo. Por tanto todo lo que se diga o se deje de decir aqui, no le importa a nadie y menos a usted, pues estas reflexiones son propiedad intelectual del que las necesita, no de alguien que este momento solo alimenta su morbo.

En primer lugar es recomendable abstenerse de entregar alguna de las vísceras del cuerpo, como por lo general entregan el corazón, les recuerdo que esa tripa se encuentra en tal desprestigio entre nosotros, los doctos del tema, que hemos entronizado una nueva viscera que nos parece más importante y vital para las relaciones de pareja, es decir el vilipendiado y poco resaltado: higado.

Como la imagen que tenemos del higado es casi siempre colgado en alguna carnicería y no pululando en vitrinas, ni estanterías como lo ha hecho el totalitario y egoista corazón, quien al lado de idiotas ositos o muñequitas o peluchitos o tarjeticas o en cuanta maricada a la sociedad hiperconsumista le haya dado por venderle a los cretinos, que incapaces de expresar sus sentimientos buscan en él unas disculpas, por si fallan las letras de los vallenatos o ya en plena decadencia, recurren a estas páginas para expresar su sentir.

Por lo tanto, le dedicaremos su sitio en el Parnaso del olvido. El hígado es la víscera social, la víscera más grande del cuerpo, la más pesada y por tanto la más difícil de llevar a cuestas, esa víscera que soporta con estoicismo no solo la intoxicación del alcohol sino la de las hamburguesas, las comidas enlatadas, las gaseosas, la alimentación de las ovejas mal alimentadas, desintoxican las anfetaminas de las mujeres profesionales, que solitarias en sus casas o apartamentos del Poblado, se atiborran de ellas para vencer la soledad y el egoísmo de una vida de triunfo y reconocimiento social.

El hígado soporta la cocaína, la marihuana y el éxtasis de los enfants terribles de nuestros hijos, los hijos de esta pútrida patria, la peor de todas, la que nos abandonó a la suerte de esta violencia. Soporta el barro biliar de la inmensa masa humana atascada en los interminables tacos de la ciudad primaveral, masa que odia al conductor del frente, al del lado, al de atrás; odia el reloj que dice que va a llegar tarde, odia al transeúnte que se mete entre los delgados espacios que los artefactos dejan.

El hígado soporta el ayuno del poeta y le regala la glucosa que necesita para seguir en pie...El hígado soporta el liquido bilioso del envidioso y la glotonería del desadaptado modo de vida norteamericano impuesto a los indígenas sudacas que no van a terminar de comprender que NUNCA VAN A SER DEL PRIMER MUNDO.

En cambio el corazón solo aporta sangre y mata llegado el momento, a cambio se eso pide amor y esa es una mercancía que se descontinuó hace mucho tiempo...El hígado, víscera más noble, no existe.

Esa es la corta historia del higado en los afectos, pues este "cerebro" detrás del poder es el que realmente sostiene las relaciones.


Veamos por qué. En primer lugar esta nación ha mediado las relaciones afectivas por el alcohol, social o no, esta práctica ha direccionado el rumbo de un alto porcentaje de las relaciones y ha dado las iniciativas ante tanta doble moral y mojigatería. En segundo lugar los alimentos o comidas, eventos sociales que permiten los encuentros y los acercamientos están determinados por su funcionalidad acorde a la fritanga, el chorizo, el huevo, el aguacate, los frijoles, la morcilla, el maduro y otras explosivas sutilezas gastronómicas, tan nuestras.

¿Qué hago?, es una frase que casi siempre termina cualquier carta o diálogo sobre el asunto y como nosotros no tenemos ni idea de qué responder, nos reunimos en la "oficina" a fabricar teorías y posibles lecturas especulativas. En ellas damos cuenta de nuestras experiencias casi siempre caóticas y con resoluciones peores que las consultadas, y mediante el sistema académico contemporáneo de "habla mierda tú, que luego sigo yo", llegamos a elaboradas conclusiones que son transmitidas por uno o por varios de los asistentes al paciente en cuestión. Esto es lo que llamamos terapia de grupo.

La terapia a devuelto a la vida más personas que el sistema de salud nacional y cada uno de ellas con una regresión a la etapa preobnubilatoria decide darse un tiempo, que no sea mayor a 15 días, para volver a iniciar una relación que le destroce nuevamente la vida, pues sabe que la oficina siempre abrirá, no obstante sus dificultades económicas.

Suena el teléfono y ella iracunda vocifera que por qué sigo escribiendo estupideces en lugar de estar a su lado y luego de haberla dejado plantada en una esquina hace mas de media hora. Regañado guardo el texto, apago el pc y con cabeza gacha salgo abrigado con una bufanda. Ya en la calle enciendo un cigarrillo, y pienso que eso la va a molestar.

5 de noviembre de 2008


1 comentario:

Unknown dijo...

hola Josue esta muy graciosa la forma como describes elinterior humano pero tienes toda la razon, me rei mucho al leerla gracias