El monólogo suele ser de una sinceridad terminante. No hay interlocutor con quien medirse. El diálogo suele ser de una cómplice sinceridad: en el mejor de los casos es tu palabra junto a la mia. Pero más allá del diálogo aparece ya el espectador y el testigo. La sinceridad se ha hecho imposible. Más allá del diálogo empieza la representación. Rafael Argullol

lunes, 2 de febrero de 2009

diciembre


Un día de diciembre
El día comienza con desgano, nada quiero saber de lo que sucede a mi alrededor, solo el ruido de los carros me devuelven a esta ciudad polucionada y maltrecha. Amanecí con deseos de patear al mundo, hastiado de todo o casi todo, nada me provoca, nada me inspira en estos espacios y estas calles repletas de miserias no manifiestas. Gente mal vestida, inmundos olores pululan por los rincones, desagradables pintas recorren las vitrinas, modas trasnochadas y desempolvadas, pésimo gusto, cero tacto, en fin, lo primaveral ya no se ve por ningún lado.
Llama un loca energúmena y me putea por el celular, vocifera que le incumplí una cita donde ella lanzaría a los cuatro vientos los malos manejos y el abuso a los que son sometidos los artistas en esta ciudad tan educada, y para soportar las posibles diatribas y respuestas llamó a varios escuderos para esconderse, pero parece que ninguno de ellos le cumplió y el único que estaba a mano, es decir yo, fue vapuleado verbalmente. Ella se olvida que ahora, “CABALLEROS” solo quedan a la entrada de los baños, donde dice: DAMAS Y CABALLEROS.
Esto también me indispone más de lo que estaba, el calor en mi frente y en mi cabeza aumenta, me disculpo en la fiebre y los síntomas de gripa o resfrío que tengo, pero la verraquera y el sentirme ultrajado me deja de una sola pieza. Las palabras se repiten en mi cerebro, ¡Sos un hijueputa! ¡Me usaste!, se repiten y se repiten. Solo y para no sentirme peor le digo a Gabriel lo que sucedió y repito: ¡malparida!, él me dice ella suele desequilibrarse, y es muy volátil, yo solo vuelvo y repito …malparida.
Dejando de lado a la malparida y mi terapia de choque, me dispongo a establecer contacto con el más acá, es decir con este mundo, comienzo a buscar lo que voy a leer en la tertulia y los posibles temas y encuentros con jóvenes escritores y soñadores, especies en vía de extinción y que cada vez se encuentran menos, tanto es así, que algunos están diciendo que eso es un mito o forma parte de la literatura fantástica.
Los ojos claros tienen un toque de tristeza, eso también me pone mal, el brillo en la mirada no es el mismo al de otros momentos, su sonrisa está apagada, y me siento peor.
Quiero salir corriendo me siento sin energías, además ya tengo hambre, quiero almorzar, quiero sentarme en un restaurante y esperar a que el tiempo pase y sea la hora de irme, como cosa curiosa quiero ver llover, quiero lluvia…y más lluvia, así el camuflaje sería perfecto.

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