El monólogo suele ser de una sinceridad terminante. No hay interlocutor con quien medirse. El diálogo suele ser de una cómplice sinceridad: en el mejor de los casos es tu palabra junto a la mia. Pero más allá del diálogo aparece ya el espectador y el testigo. La sinceridad se ha hecho imposible. Más allá del diálogo empieza la representación. Rafael Argullol

viernes, 17 de abril de 2009

en comunidad lectora


Fueron horas y horas de deambular por calles y rincones de una ciudad desconocida, de encontrarse con gentes que en medio de las vicisitudes y las dificultades, siempre piensa y cree que existe un futuro mejor. Gentes que buscan pero que casi nunca encuentran las respuestas, pues las preguntas cambian cada temporada, como la moda. Ilusiones, desencantos, sueños y realidades se conjugan en la cotidiana maraña de la vida, la caja de Pandora explota y sólo deja eso que ya a nadie le sirve, la esperanza.
Conflictos e intereses se mezclan en un curioso sancocho callejero, haciendo un plato difícil de digerir. Intentos fallidos y búsquedas de calles, rincones y lugares que sacaron mas de una cana y aumentaron mas de una úlcera.






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