El monólogo suele ser de una sinceridad terminante. No hay interlocutor con quien medirse. El diálogo suele ser de una cómplice sinceridad: en el mejor de los casos es tu palabra junto a la mia. Pero más allá del diálogo aparece ya el espectador y el testigo. La sinceridad se ha hecho imposible. Más allá del diálogo empieza la representación. Rafael Argullol

jueves, 10 de marzo de 2011

Lanzamiento de Lunas de sombra Eliana Maldonado




Eliana Maldonado,

Invicta fuerza, silente búsqueda.

En el libro “Bajo la piel” Eliana parecía redescubrir una geografía personal, un íntimo territorio de excavaciones y de deseos, entre las sombras de sus propios fantasmas y los cuerpos desnudos de sus personales socavones. Ahora en “ lunas de sombra” esta geografía se expande, hay una poesía construida con ladrillos rojos, la sangre recostada al muro de las prisiones del alma, un dolor dulce y una amarga pregunta por ver de nuevo un sentido a la vida gozosa. Sigue siendo una voz de una mujer que conoce bien su situación. Sabe que hay debajo de esa piel morena y dulce, hay algo sutil y venenoso, el arcano de Lilith, salida de una memoria abierta, fondo de un paraíso destruido, pequeño infierno de un cielo hecho de añicos y girones con la vida misma. Una poética que pretende volver a lo sustancial, bajar retoricas a ras de piso, sentir la piel del mundo junto con su propia piel lastimada que busca el conjuro como alivio. Evidencias que cada día hay más nombre y menos patria, sopas de letras donde las vocales poseen los puñales y los segundos del tiempo se derriten como la lengua de los locos. Un libro donde aparece la melancolía con los ojos abiertos entre una jungla de ciegos, donde los malos aparecen golpean y fustigan, más la poeta sigue deslizándose por las granjas, percibe el olor de la belladona, para reconocerse en si misma que sólo escribe lo que su cuerpo siente, un tatuaje en el alma, una epidermis que llora y goza, una piel que sabe discriminar cuando un amor es torpe y sólo ochenta quilos de peso esparcidos en las sabanas no pueden dar el límite de una profundidad volcánica. Un acto de volver sobre si misma contando sus historias, viéndose socialmente involucrada en un mundo duro y despiadado, pero donde puede reivindicar la inventiva fervorosa en medio del los más grandes faltantes, “Días gloriosos cuando el hambre llenaba mis entrañas, el cabello descuidado y las uñas sucias”, guerra entre el hartazgo y el vacío que provoca nuevas fuerzas, el arte de mantener aun en la precariedad el alma trasparente, imperturbable.


El Mismo nombre de Lunas de Sombra, denota el lado oscuro de Selene, el lado de la tiniebla a la cual ella interroga permanentemente, un juego donde ella misma se juega con la soledad, aunque sus congéneres le posibiliten abrigo y lecho y la salven del rencor y la tristeza, la poeta está en una dialogo con una luna que ha quedada atrapada en un zapato, para darse cuenta plena del camino que debe de recorrer y la condición de abecedario que debe desplegar. Una condición de nauta que se desliza río abajo, sin mapa y sin bitácora, recolectado aromas, sabores y colores, disponiendo sus palabras en esas canoas que naufragan en humedales, que atracan en pequeñas islas placidas o que se quedan contemplando el paisaje tropical de una selva enmarañada con sus propios sueños. Un Génesis gestativo que viene desde el silencio y la oscuridad hasta pasar por aterrador sonido de las máquinas, motores, taladros y calderas, en una búsqueda de una música que salida desde su interior nervioso, va al mundo y lo interroga. Habla con en negro, con la santa, con el niño y con la madre, con el preso y con el loco, pero lo hace desde adentro, desde si misma, ella son esa multiplicidad de voces, ese coro social que allí se agita, pero a la vez es lo intimo sagrado que en ella hace que se aquiete el mundo.


Como en su anterior libro habla del cuerpo, ese cuerpo fago que se devora así mismo, pero en esta oportunidad se siente furia, una tormenta que la deja exhausta, viene y va por las preguntas de una existencia donde la imagen ante el espejo de la vida se ve rota, sin ojos o sin nariz, lo fragmentario, la pelea silenciosa contra las normas y los códigos que pretenden atar un piel a lo domestico y lo rutinario. En un mundo de cuestionamientos sobre la cotidianidad ella misma se representa en Hestia o Artemisa, en Atenea o en una mitología personal, un acto en el cual se instaura una postura digna de héroes legendarios, contra la domesticación del alma, las misteriosas figuras de un panteón personal que pueda rescatarla de una vida plana. Las palabras no dichas, los placeres no concluidos, la carne viva palpitante y en acecho, la fogosidad y la meditación, la dulzura y la rabia, el juego y la razón, una confesión de feminidad que se mueve en esos altos contrastes.

Los invito a disfrutar de esa lectura, ese acto de meterse en el libro con todas las oquedades posibles, como cuando el silencio se desliza en una cama, se mete entre las sabanas, se siente su traspiración y sus preguntas, verlo llegar y partir alguna parte, una lectura tensa como si la poeta estuviera siempre a punto de cortar las cuerdas y de borrar las letras. Invitación a seguir los pasos que ella misma ha trazado, arte de abrir y cerrar las compuertas de su propio paraíso y de su propio infierno, la calma santa y la sangre fulgurosa, Eliana está entre ente invicta fuerza y silentes búsquedas.

Luis Fernando Cuartas


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