El monólogo suele ser de una sinceridad terminante. No hay interlocutor con quien medirse. El diálogo suele ser de una cómplice sinceridad: en el mejor de los casos es tu palabra junto a la mia. Pero más allá del diálogo aparece ya el espectador y el testigo. La sinceridad se ha hecho imposible. Más allá del diálogo empieza la representación. Rafael Argullol

martes, 22 de marzo de 2011

Las piedras de El Marial

De piedra a Piedra




La Divina Pastora



Al fondo El Peñol

No hay comentarios: