El monólogo suele ser de una sinceridad terminante. No hay interlocutor con quien medirse. El diálogo suele ser de una cómplice sinceridad: en el mejor de los casos es tu palabra junto a la mia. Pero más allá del diálogo aparece ya el espectador y el testigo. La sinceridad se ha hecho imposible. Más allá del diálogo empieza la representación. Rafael Argullol

lunes, 27 de octubre de 2008

AIRES DE TANGO


AIRES DE TANGO
La vida es difícil para todos. Pero no para nosotros y menos para el que se gana la vida como un artista del trapecio y del hambre.
Madeline Millán



Josué Carantón S.
Magíster en Historia del arte

Pereciera que la historia de los artistas está ligada directamente a las letras de los tangos, no me refiero solo a su bohemia, si no a lo trágico de la misma. En un pasado siglo lleno de cambalaches para sobrevivir, el artista o hacedor de arte no estuvo ni estará exento de sus vaivenes y avatares, tanto es así que su forma de vida se torna en un constante trueque.

Algunos artistas trabajan con un fondo lleno de canciones e historias que le remiten a su cotidiana negación, estas historias de pobres hombres que ya no se quejan, como diría la Varela en su milonga de pelo largo, sino que lo cuestionan se interesan por su entorno, en este ejercicio el arte toma para si y se apropia de lenguajes múltiples para hacer de su quehacer una herramienta que si bien ya no se le tiene como visionaria, lo seguirá siendo en retrospectiva.

Los lenguajes recogidos en esta exposición permiten ver esta multiplicidad incluyente y dan cuenta de la diversidad de visiones y miradas en torno a un tema. Los juegos con la técnica, los conceptos y las propuestas emanan de esa caja de Pandora multicolor, donde las formas se mezclan, entrelazan y plantean particularidades para ser leídas desde las individuales perspectivas del espectador, permitiéndole a éste establecer un diálogo a través de los contenidos y presupuestos que su trasegar por la vida le ha dado.

Los lenguajes del llamado arte contemporáneo han cerrado, de hecho, las puertas a formas tradicionales de la plástica, sus supuestos discursos en torno a la inclusión se han cuestionado desde diferentes frentes y ponen cada día en duda su accionar, donde se ejemplifican, se teorizan y se teatralizan de manera poco ética las intervenciones, dejando tan sólo una experiencia para la hoja de vida del personaje de la acción, pero que a la comunidad tan solo le queda otra expropiación, esta vez la de su miseria o de su cotidianidad estetizada.

Parafraseando a Lucas Ospina quien dice que en Colombia se ha demostrado que no sólo las personas son víctimas de la violencia, sino también de las palabras, el artista, en su afán de responder al compromiso social, perpetúa lo que pretende denunciar y olvida —tal vez— lo más importante para su condición de hacedor: que la potencia de su arte no radica en manifestar con urgencia una opinión, sino en evitar que la capacidad generativa de su actividad se vea afectada por un empleo monolítico del lenguaje.

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