El monólogo suele ser de una sinceridad terminante. No hay interlocutor con quien medirse. El diálogo suele ser de una cómplice sinceridad: en el mejor de los casos es tu palabra junto a la mia. Pero más allá del diálogo aparece ya el espectador y el testigo. La sinceridad se ha hecho imposible. Más allá del diálogo empieza la representación. Rafael Argullol

jueves, 6 de enero de 2011

El paisaje

Mi sauce llorón
Agua pura y agua lodosa

En la mitad arrogantes

últimas quebradas

Pinos sembrados con Walter hace 20 años

El bosque que sembramos

Atardecer sobre las piedras
Arriba de Tinjacá
Las montañas

Desierto
La imponencia de las piedras
Colores y piedras
Otra quebrada
De Chiquinquirá yo vengo
infiernito
Olivares
Valle de Cucaita
Las pocas tierras fértiles
Santa Sofía-Sutamarchán
Un acercamiento
La capital oscura...
Barro en Apartadó
La palera de Necoclí
Urabá
El Golfo de Urabá
camino a Amalfi

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