El monólogo suele ser de una sinceridad terminante. No hay interlocutor con quien medirse. El diálogo suele ser de una cómplice sinceridad: en el mejor de los casos es tu palabra junto a la mia. Pero más allá del diálogo aparece ya el espectador y el testigo. La sinceridad se ha hecho imposible. Más allá del diálogo empieza la representación. Rafael Argullol

miércoles, 12 de enero de 2011

A LA LUZ DE UN CAFÉ Y DOS HORAS DE ESPERA

A LA LUZ DE UN CAFÉ Y DOS HORAS DE ESPERA

Dicen mis amigos que “los pillos siempre cogen las mejores”, y hoy sentado en una cafetería de uno de los sitios más concurridos de Medellín, me di a la tarea de observar mientras, como cosa extraña, espero a que alguien llegue a una cita. Parado en la entrada del pasaje Camino Real, consumiendo un cigarrillo, detallo o como dicen en estas tierras, reparo en las personas que sentadas en los escalones esperan.

Por su ubicación, es uno de los lugares de encuentro favoritos de los moradores de la ciudad, al ser punto equidistante de las rutas de buses, el metro y relativamente cercano a todo lo que se vaya a hacer en el centro. Como todo lugar de paso, el sitio y sus trayectos se convierten, especialmente, en horas de la tarde en foco de una amalgama de especímenes de todos los calibres y pelambres.

Puedo comprobar a simple vista y sin mucho tiempo de dedicación que lo que afirman mis amigos tiene algo de verdad. Veo la joven hermosa con su cuerpo escultural, sus medidas, a simple vista, de mi completo agrado, tomada de la mano de un tipo con cara de tener a más de un muñeco a las espaldas. Observo la niña que no pasa de dieciséis años abrazada a un personaje con una barriga cervecera, alumbrando con sus camisetas metalizadas, sus tenis rechinantes y sus estridentes colores y loliando en las vitrinas de los almacenes.

En otro lugar una muchacha con jeans ajustados, camiseta que le cuelga de un hombro, el otro hombro muestra la tira del brassier, lleva un maquillaje que le satura los pómulos de un rojo carmín intenso, y calza unas botas que le llegan a la rodilla, saluda a un tipo en bermudas, gorra y chancletas que la besa con brusquedad y luego la arrastra de la mano por el centro comercial. Una joven madre con su pequeño hijo, que no debe tener más de tres años, es acompañada por su madre, la abuela del pequeño y quien es realmente quien lo ha criado. Mientras ella, la madre observa en las tiendas de ropa, las cosas que le pedirá a su novio, que no es el papá de la criatura.

También deambulan dos amigas con pantalones ajustados, las blusas tratando de sostenerse, de no sé dónde, para no caerse de los seños. Sus pequeños morrales de colores pastel pegados a la teta derecha, y comentando socarronamente el piropo que les acaba de hacer un hombre, luego una de ellas se devuelve e intercambia dos o tres frases con el susodicho, se acercan a la otra que poniendo cara angelical y de total inocencia hace bucles con su cabello, luego de una corta conversación, los tres se pierden entre la multitud. El panorama también revela gente que se observa de reojo y a punta de señales concertan citas posteriores.

Mierda llevo media hora escribiendo y nada que aparece mi cita.

Una mujer con tenis rosados, camiseta rosada, falda de jean y gafas oscuras en el cabello me observa mientras escribo, al levantar la mirada, me sonríe y sigue. Los colores envuelven la multiplicidad de formas y cuerpos, y cada vez llega más gente que espera, los miro, las miro y me pregunto si realmente lo que dicen mis amigos tiene fundamentos.

Que estas jóvenes, adolescentes o niñas sean las mujeres, amantes, novias o mozas de estos personajes lo veo más como una forma interesada de subsistencia, sexo por dinero, que es otra forma de prostitución muy parecida, a la de otros estratos donde ciertos profesionales se casan para mejorar su estatus o en su defecto es solo un instinto de conservación. Sabemos que los nuevos amos de los distintos sectores, lo segundo que hacen después de apoderarse del territorio es apropiarse, de las chimbitas del sector. Así que la polla que no acceda a los requerimientos sexuales del patrón se va a ver en problemas, incluyendo su familia. Luego del acceso carnal consentido, los nuevos señores se convierten en sus protectores, mecenas y en el padre de uno de sus hijos. Razón por la cual se pasean orondas por los centros comerciales, ya que a su cuerpo les ha dado un estatus distinto frente a las demás hembras de la comuna, todo esto debe ser aprovechado al máximo mientras el individuo es asesinado, porque luego tendrán que buscar ser objeto de deseo del nuevo jefe.

Estas féminas cuando se enamoran son capaces de hacer lo que sea para conservar a su lado a su macho. Por estos lares la imagen paterna, o no se conoce o muchas veces parece un adorno o en otros casos no ha sido un referente importante, especialmente en los sectores que se denominan como vulnerables. Por eso no es extraño verlas trabajar en los burdeles y zonas de tolerancia, siendo sus propias parejas sentimentales, los chulos que manejan el negocio y de paso las cuidan, para que no anden en malos pasos.

En su gran mayoría están repitiendo el modelo generacional, como mínimo la abuela quedó embarazada de la madre rondando los quince años, a ésta le sucedió lo mismo y ahora a la princesa, como la de Serrat, está pasando por las mismas. Los padres nunca estuvieron ni estarán, los ciclos se repiten. Abuelas que crían a sus nietos y nietas, parece ser el precio a pagar.

Conocedoras y bien informadas del precio que tienen sus virginales y naturales cuerpos en el mercado del gusto mafioso, son ofertadas, cada vez, a menor edad a los postores de turno, obviamente con la venia y el beneplácito de sus adorables madres, quienes las comenzaron a vestir en formas sugestivas antes de los diez años. Desconozco el precio actual de un virgo en el bajo mundo del hampa aceptada socialmente, o si no lo pondría, nunca se sabe quién tenga una necesidad.

Sus mentes y sus cuerpos son alimentados por los conceptos, ideas y principios emanados de la televisión. Tratan por eso en que sus ideales de belleza y estética los determinen sus ídolos locales. Lobas como Shakira, alguna presentadora de programa de variedades o en su defecto de una actriz con muchos noviazgos y matrimonios en su haber, ya que lo único que les importa es que el man que se coman… esté bueno.

Son mentes dóciles y manipulables por marcas y lugares de moda, se deslumbran con los espejitos y las lentejuelas como cualquier primate; en sus cocos vacíos retumban ecos, su ordinariez se refleja luego de unos guaros y cuando piden arepa para acompañar cualquier plato, y en la medida de lo posible, que siempre sean fríjoles.

Cuando Andrés arriba a la cita, con casi dos horas de retardo, estoy terminando mis reflexiones y sin saludarlo sólo atino a decirle, señalándole el trasero de una muchacha: mi queridísimo amigo lamento contradecirlo, esas no son las mejores, pueden estar buenas a simple vista, pero ni para tirar creo que sirven, pues su primera vez casi siempre fue una violación, lo que por lógica les ha traído más de un trauma y luego con sus respectivos amantes han fingido los orgasmos para no perder las prebendas y mantenerlos encoñados.

Andrés extrañado solo dice: Siento llegar tan tarde. ¿De qué me perdí?



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