El monólogo suele ser de una sinceridad terminante. No hay interlocutor con quien medirse. El diálogo suele ser de una cómplice sinceridad: en el mejor de los casos es tu palabra junto a la mia. Pero más allá del diálogo aparece ya el espectador y el testigo. La sinceridad se ha hecho imposible. Más allá del diálogo empieza la representación. Rafael Argullol

jueves, 30 de diciembre de 2010

El Infiernito sitio sagrado de los Muiscas



Eliécer Silva Celis

La asociación directa e indirecta tanto a las columnas y monolitos de las estructuras arqueológicas rectangulares, como también a los demás monumentos de piedra tallada del "Infiernito", de la cerámica y la orfebrería, de los elementos de hueso y de concha de mar, los utensilios de piedra, como los torteros o volantes de hueso, lo mismo que las prácticas culturales, religiosas y mágicas, etc., todo lo cual, siendo, como en efecto lo es, de acuerdo con todos los contextos, propio de los chibchas o muíscas no da lugar a dudas de que estos nativos fueron los artífices de las admirables construcciones en piedra tallada tanto de Villa de Leiva como de Sutamarchán, Tunja, Ramiriquí, Tibaná, Paz del Río, etc.


La erección, con fines astronómico-religiosos, de las dos singulares construcciones rectangulares de piedra tallada del "Infiernito" convirtió los sitios donde éstas funcionaron durante milenios, en lugares sagrados por excelencia. Consideramos los espacios arqueológicos registrados como campos sagrados de observación astronómica y meteorológica y, al mismo tiempo, como centros ceremoniales y de culto al sol y de prácticas y ritos mágico-religiosos destinados a promover la acción bienhechora de los espíritus, fuerzas y fenómenos naturales dispensadores de la fecundidad de la tierra. Creemos que se trata de las ruinas de los que fueran, en el remoto pasado precolombino, singulares observatorios astronómicos y, a la vez, centros ceremoniales, religiosos y cívicos, que alcanzaron importancia extraordinaria para los chibchas que los erigieron. Apoyan lo anterior, entre otros, los siguientes hechos y testimonios:



En las altiplanices de Cundinamarca y Boyacá se instaló el grupo Muisca que hablaba Chibcha. Un niño Muisca nos va a contar como vivían: Los Muiscas creíamos que en una época no había nadie sobre la tierra y que la primera persona que la habitó fue una mujer. Según dice la leyenda, una mujer joven y fuerte salió de la laguna de Iguaque por entre la niebla helada y el viento sonoro del páramo. Se llamaba Bachué y llevaba de la mano a un niñito de tres años. Ambos bajaron al valle y construyeron una casa. Allí vivieron hasta que el niño creció y pudo casarse con Bachué. Tuvieron muchos, muchos hijos y así se fue poblando nuestro territorio.

Enseñaron a cultivar la tierra y a adorar a los dioses. La gente quería tanto a Bachué que también la llamó Furachoque o mujer buena, en Chibcha.

Después de muchos años, Bachué y su esposo, ya viejos, regresaron a la laguna de Iguaque. Allí se despidieron de la multitud que, llorando, los veía partir. De repente, los dos ancianos se transformaron en dos inmensas serpientes y desaparecieron bajo las aguas tranquilas de la laguna.

Bachué se convirtió en la diosa de la fertilidad, la que hacía que la tierra diera frutos y las familias tuvieran hijos


1. La orientación exacta de este a oeste dada a estas estructuras no la hubieran podido lograr los chibchas sin el previo conocimiento de los movimientos del sol y de la luna, cuando menos.

2. Las dos construcciones rectangulares fueron concebidas, y realizadas, abiertas al espacio celeste, para la observación de los astros y, principalmente, del sol; constituyen, además, sendas vías de recepción sagrada al astro-rey en su movimiento aparente de este a oeste.


3. Hasta mediados del siglo pasado yacía tendida y semienterrada, en el centro del Campo Sagrado del Norte, una hermosa columna cilíndrica de "cinco metros de longitud", que observó en 1850 el historiador y naturalista Joaquín Acosta. Tal pieza lítica, era, sin duda, una de las columnas solares o la principal de ellas la cual, dispuesta en exacta posición vertical, cumplía, entre otras, la función de señalar el momento en que la altura del sol sobre el horizonte alcanzaba los 90 grados, dos veces anualmente.

Iguaque queda encima de la montaña que vemos al fondo, lugar de la creación Muisca

4. La separación intercolumnar de los pilares del Campo Sagrado del Norte, facilita, ciertamente, el control del movimiento del astro del día y, por consiguiente, la posición celeste del mismo, con ayuda de la sombra formada en cada una de ellas, según la época del año.

Las sombras, regularmente espaciadas como las columnas que las originan, con su juego de movimientos de crecimiento, degradación y dirección, según la posición del sol, conmovía profundamente el religioso espíritu de los chibchas. Y no nos queda duda de que ellas fueron objeto de culto. Aun en el estado de inclinación hacia el sur en que registramos estas formas líticas, las sombras que ellas proyectan al suelo en los días de pleno sol ofrecen un espectáculo por demás emocionante y extraordinario. Y es de imaginar el grandioso y original efecto óptico que se producía en el Campo Sagrado Meridional entre las 10 y 11 de la mañana, principalmente, durante el tiempo de viaje del astro del día hacia el norte, y entre las 3 y 4 de la tarde, durante su movimiento hacia el sur, al incidir los rayos del sol tanto sobre la superficie de los grandes monolitos rosados que lo enmarcan, como sobre las columnas monolíticas de color rojo brillante, erigidas, según creemos, en el centro de dicho campo

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1 comentario:

gabriela dijo...

Parecen falos, ¿sería alguna forma propiciatoria de preñar a los cielos?