El monólogo suele ser de una sinceridad terminante. No hay interlocutor con quien medirse. El diálogo suele ser de una cómplice sinceridad: en el mejor de los casos es tu palabra junto a la mia. Pero más allá del diálogo aparece ya el espectador y el testigo. La sinceridad se ha hecho imposible. Más allá del diálogo empieza la representación. Rafael Argullol

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Rumbo a Ráquira

Iglesia y parque en restauración

Uranchá recuerdos de tiempo pretéritos

El barrococó colombiano resumido

Un helado para el calor

En el puente antiguo

En el camino un café en el restaurante de Carlos Aponte un amigo de años ha...

Ollas y artesanías en barro

Con mi sobrina llegando al pueblo

Una passiflora hermosa flor, pero de fruta venenosa, como toda pasión

Un casa colonial

Un cactus y un higo para el camino

Con mis sobrinos rumbo al pueblo de los olleros

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