El monólogo suele ser de una sinceridad terminante. No hay interlocutor con quien medirse. El diálogo suele ser de una cómplice sinceridad: en el mejor de los casos es tu palabra junto a la mia. Pero más allá del diálogo aparece ya el espectador y el testigo. La sinceridad se ha hecho imposible. Más allá del diálogo empieza la representación. Rafael Argullol

domingo, 26 de diciembre de 2010

FELIZ AÑO 2011

QUE EL AÑO QUE LLEGA TE TRAIGA LO QUE SIEMPRE HAS DESEADO

EL TAMAÑO ES LO DE MENOS

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