El monólogo suele ser de una sinceridad terminante. No hay interlocutor con quien medirse. El diálogo suele ser de una cómplice sinceridad: en el mejor de los casos es tu palabra junto a la mia. Pero más allá del diálogo aparece ya el espectador y el testigo. La sinceridad se ha hecho imposible. Más allá del diálogo empieza la representación. Rafael Argullol

jueves, 16 de diciembre de 2010

Título Honoris Causa de Doctor en Ciencias Sociales a Jesús Martín Barbero


Comunicación y ciudadanía en tiempos de globalización

La situación latinoamericana se halla hoy marcada a trazos gruesos por un rasgo fuertemente alentador: el retorno de la política al primer plano de la escena después de casi veinte años de sufrir la perversión de tener a la economía -travestida de ciencia pura y dura- actuando como único e inapelable protagonista. Suplantando a la economía política, la macro-economía no sólo relegó la política a un lugar subalterno en la toma de decisiones sino que ha contribuido grandemente en nuestros países al vaciamiento simbólico de la política, esto es a la pérdida de su capacidad de convocarnos y hacernos sentir juntos. Con la secuela de des-moralización que ello ha producido al traducirse una creciente percepción de humillación y sensación de impotencia individual y colectiva. El secuestro de la política por la macroeconomía ha contribuido también a la deslegitimación del Estado, convirtiéndolo en intermediario de los mandatos del FMI, el BM y la OMC sobre una sociedad cada día más desigual y excluyente, con porcentajes crecientes de población por debajo de los niveles de pobreza y con millones obligados a emigrar hacia USA y Europa. Pues al erigirse en agente organizador de la sociedad en su conjunto, el mercado buscaba redefinir la misión propia del Estado, y ello mediante una reforma administrativa con la que, a la vez que se le marcan metas de eficacia cuyos parámetros, eminentemente cuantitativos e inmediatistas, provienen del paradigma empresarial privado, se le des-centra pero no en el sentido de un profundizamiento de la democracia sino en el de su debilitamiento como actor simbólico de la cohesión nacional.

Es por todo eso que el retorno de la política oxigena el ambiente ensanchando el horizonte no sólo de la acción sino del pensamiento, que se ha visto también seriamente asfixiado por la alianza entre pensamiento único y determinismo tecnológico. Vuelve la política con todo lo que ella conlleva de inercias y vacios pero también de esfuerzos por recargarla de densidad simbólica y por avizorar nuevos ángulos y narrativas desde la que pensarla y contarla. De ese renovador pensamiento son muestra cierta las lecturas mayores que del contexto nos han legado, antes de morírsenos ya iniciado el nuevo siglo, dos de nuestros más grandes cartógrafos de la política: el geógrafo brasileño Milton Santos ayudándonos a pensar las transformaciones del espacio, y el politólogo chileno Norbert Lechner invitándonos a descifrar las mutaciones que atraviesa nuestro tiempo.

Lúcido como pocos entre nosotros, Milton Santos, nos trazó en su libro último publicado antes de morir, Por una u otra globalización (2000), el esbozo de un mapa político en el que nuestras sociedades se hallan tensionadas, desgarradas, y a la vez movilizadas, por dos grandes movimientos: el de las migraciones sociales –de un tamaño estadístico y una envergadura intercultural nunca antes vistos- y el de los flujos tecno-informacionales cuya densidad está trastornando tanto los modos de producción como los de estar juntos. A esa luz la globalización aparece a un mismo tiempo como perversidad y como posibilidad, una paradoja cuyo vértigo amenaza con paralizar tanto el pensamiento como la acción capaz de transformar su curso. Pues la globalización fabula el proceso avasallador del mercado, un proceso que uniforma el planeta pero profundizando las diferencias locales y por tanto desuniéndolo cada día más. De ahí la perversidad sistémica1 que implica y produce el aumento de la pobreza y la desigualdad, del desempleo tornado ya crónico, de enfermedades que, como el sida, se tornan epidemia devastadora en los continentes no más pobres sino más saqueados.

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Instituto Distrital de la Participación y Acción Comunal, IDPAC

Tere y una interpretación como siempre IMPECABLE

Marta Bravo

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