Nadie sabía dónde estaba, nadie supo dónde cayó, se dijeron miles de explicaciones, que era un aerolito o como decía la gente es un "OGNI".
Nadie supo nada que decir, en realidad.
Los investigadores de la NASA, enviaron a sus mejores hombres con tecnología de punta, pero los resultados fueron en vano. Astrólogos, mediums fueron convocados, y reunidos en Concilio con los representantes de todas las religiones buscaron una explicación... todo fue inútil.
Desde tempranas horas de la mañana se equiparon bloques de búsqueda, brigadas de caminantes y la Defensa Civil, todos pusieron lo mejor de sí. Horas y horas rastreando el lugar buscando una señal o una pista y nada...
Aquella noche en el barrio, todos comentaron en la hora de la comida posibles estrategias para continuar, pero el tiempo pasaba y nadie tenía una mínima respuesta que satisficiera los requerimientos que las fuerzas armadas y de seguridad nacional reclamaban, pues la democracia estaba en peligro.
Incluso un belicoso dirigente de un país vecino, en solidaridad, envió hombres militarmente preparados para que ayudaran a su homónimo, quien encerrado en su despacho y rodeado de sus asesores, oraba y entonaba cánticos, para recibir los favores del más allá.
Se cerraron todas las escuelas y colegios.
Las universidades públicas y privadas en un inusual hecho se unieron y dedicaron al estudiantado y a la planta profesoral a la causa.
Seguían llegando ayudas internacionales, aviones con equipos de sonar, radar y satelitales fueron ubicados estratégicamente para ofrecer una más amplia pesquisa del terreno. Las agencias internacionales emitían cada cinco minutos, informes sobre la situación en el barrio.
Las ventas callejeras de empanadas, bolis, refrescos y buñuelos hicieron su agosto.
Era curioso ver los corresponsales internacionales engullendo arepa e huevo y carimañolas con avena helada. Una babel lingüística se formó en torno a los puestos callejeros a la espera de alguna noticia importante. Seguiremos informando... era como todos terminaban sus reportes, mientras se atragantaban de mecato como lo hacía el Profesor Yarumo.
Incluso los niños se colaban por entre las piernas de los soldados y marines que acordonaban el lugar para tener una mejor panorámica de este inusitado despliegue y para que uno de los monos le dejara el sobrado o les diera la liga por cualquier cosa.
Las presentadoras de farándula llegaron con sus equipos para entrevistar a las posibles reinas y futuras presentadoras del barrio y sobre todo para que los estilistas del barrio les contaran los últimos secretos de sus estilos en la moda, moda que esperaban imponer en la capital.
Todos se aglutinaron allí, el Alcalde como es costumbre en una una ciudad tan educada, guardó prudencia y solo hizo mención a la verraquera, al tesón y a la cultura de sus habitantes, producto de sus centros deportivos y de rehabilitación.
Ante tantas versiones de los hechos, muchos aseveraron que eso había sido obra de los enemigos de la patria, otros que era cosa del diablo, porque la fe y los valores estaban desapareciendo y en represalia nos había enviado un castigo divino, luego algunos malintencionados aseguraron haber visto a unos políticos de la oposición en unos carros blindados, pero no dijeron más sobre esos fascinerosos terroristas.
Pero ante tanta búsqueda exhaustiva, nadie se percató que en el barrio de arriba se había llevando a cabo, la noche anterior, un reinado de belleza de las muchachas y muchachos del lugar.
Jóvenes felices por las nuevas posibilidades de empleo que ofrecía el ser acompañantes de personajes nacionales y extranjeros, hecho que las y los habían sacado de la miseria y el ostracismo a los que habían sido sometidos por las actividades legalmente constituidas en el sector. Y en prueba de gratitud con la ciudad que tanta fama le había dado, decidieron hacer una gran fiesta y en ella lanzar al mismo tiempo y en el mismo lugar, las coronas y los cetros dorados con los que habían sido coronados.
De esta forma se creó una gran luz, que ayudada por las luces de la pólvora produjo un resplandor que fue visto en toda el área metropolitana, pues son tantas y tantos los trabajadores de tan antiguo empleo, que como Anita, aún siguen buscando su cetro y corona para que las y los coronen.
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